Las fotografías de paisajes post industriales de Gerd Ludwig tienen su origen en los recuerdos de su infancia.
Tras la Segunda Guerra Mundial, su familia fue expulsada de una pequeña aldea en la campiña alemana. En la posguerra, a menudo acompañaba a su madre y otras mujeres de la aldea para recoger frutos en el bosque. En verano las siestas sobre las hojas secas del bosque le abrumaban con una sensación de felicidad infinita, una experiencia de armonía con la naturaleza, una unión pacífica y mágica con el universo.
«Este sentimiento surge de nuevo hoy a través de mi cámara, el paisaje se muestra ante mis ojos como un paraíso que me impulsa a volver a mis años de infancia. Pero por otro lado, mi búsqueda de paisajes vírgenes me pone frente a los efectos catastróficos de la indiferencia de la humanidad por la naturaleza.»
Esta colección de fotografías de paisajes yuxtapone la belleza paradisíaca con imágenes de paisajes devastados por el hombre. En la antigua URSS, el medio ambiente estuvo marcado por un legado de irresponsabilidad: los ríos se convirtieron en cloacas al aire libre y las fugas en los pozos de petróleo de Azerbaiyán devastaron regiones enteras. En los EE.UU., Salton Sea, California, vio a millones de peces ahogarse en un solo día mientras que los árboles de las Montañas Humeantes, en Tennessee fueron destruidos tras años de lluvia ácida.
A primera vista, incluso los paisajes destruidos parecen atractivos, provocando en el espectador introspección y tristeza – una sensación de pérdida de la inocencia y expulsión del paraíso. Mientras tanto, otras imágenes destacan la mágica belleza y la dignidad tranquila de la naturaleza en nuestro planeta.
Vistos uno al lado del otro, la estética similar de ambos paisajes, el destruido y el intacto confronta al espectador en una contradicción, un deseo de aprender más sobre el contenido de la escena, proporcionando un alegato en favor de la preservación de nuestro medio ambiente.

Mar de Aral
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